En la calle Caracas vivía un hombre que amaba a una rubia.
Pero ella lo despreciaba enteramente.
Unas cuadras más abajo dos morochas se morían por el hombre y se le ofrecían ante su puerta. El las rechazaba honestamente.
El amor depara dos máximas adversidades de opuesto signo: amar a quien no nos ama y ser amados por quien no podemos amar.
El hombre de la calle Caracas padeció ambas desgracias al mismo tiempo y murió una mañana ante el llanto de las morochas y la indiferencia de la rubia.
1 comentario:
Cuantos males son los que nos acompañan, deci que hay tipos afortunados, No digo que sea uno de ellos pero quizas algun dia...
Y si, tipos como vos y como yo, y toda la gente espacial, esta condenada a padecer inevitablemente de un mal, y bue no es nuestra culpa ser espaciales, nacimos asi y asi nos iremos silvando.
Y un boton se desprendio de la camisa.
Se me corto la cuerda RE, un garron.
- A comer.
La comida!!!
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